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De la Antropocracia  (termina)

 

La forma de gobierno antropocrático tampoco es producto de fantasías irrealizables; la forma de gobierno antropocrático es la conjunción de los tres grandes ingredientes que han movido al mundo: la experiencia, la razón y la imaginación, así, en ese orden. Con la experiencia recopilamos, con la razón juzgamos y con la imaginación nos podemos proyectar hacia el futuro.

La Antropocracia persigue el establecimiento de un Consejo Universal y un modelo de gobierno para las naciones del mundo. El Consejo Universal tendrá como propósito promover la armonía entre las naciones del mundo apegado a los principios antropocráticos. Estará integrado por un representante de cada nación sin necesidad de estar reunidos en un lugar fijo y serán reemplazados periódicamente. Estará compuesto por mujeres y hombres en una proporción igual, no fungirá como juez del mundo ni impondrá sanciones; este Consejo, por lo tanto, desconoce cualquier otro foro internacional o mundial establecidos para propósitos similares. Cabe señalar que los propósitos de organizaciones actuales como la Organización Mundial de la Salud, la Organización Internacional del Trabajo y otras, serían competencia de dicho Consejo Universal.

La figura Consejo no es nueva , ni el término; su función o propósito se pierde en la obscuridad del tiempo.  Africanos, europeos, asiáticos o americanos la utilizaron y hoy día se sigue utilizando más de lo que se puede creer, ya en los sistemas de gobierno o en la vida diaria de los individuos.  Algo de bueno tiene esta figura que la humanidad sigue caminando a su lado.

He aquí, pues, el gran modelo para el futuro de la humanidad donde no tienen cabida los partidos políticos; ni las decisiones de un solo hombre; ni existen las figuras de presidente, rey, emperador, primer ministro u otras similares; donde el hombre gobierna al hombre y la mujer a la mujer. Cualquier otra forma de gobierno ha sido, es y será, de interés puramente personal, dígase lo que se diga.

Si la insignia de esta nueva civilización es el bienestar del hombre, varón y mujer, ¡qué otra cosa podría ser! ¿Quién va a aceparla, adoptarla y difundirla? ¿Quien va a organizar a un sinfín de sociedades? ¿La Antropocracia sería enseñada? ¿Cuáles serían los medios de comunicación? ¿Cómo se vencerían los obstáculos para hacerla realidad? Estas y muchas preguntas más es necesario hacerse y encontrar respuesta, respuestas que implican acciones titánicas. Participación fundamental será la que se realizara en universidades, centro académicos, organizaciones y asociaciones de cualquier tendencia,  que abriguen un espíritu tendiente a la perfección del hombre y de la mujer, porque al fin y al cabo los individuos se agrupan para perseguir la mejoría de sus integrantes. Algunas veces sólo yendo a la raíz se logran buenos resultados.

La Antropocracia necesita mujeres y hombres con espíritu, mas no mujeres y hombres pobres de espíritu sino seres humanos ricos en espíritu; un pobre de espíritu genera pobreza y ésta a su vez crea hombres pobres de espíritu; un hombre o mujer ricos de espíritu son generadores de riqueza y ésta a su vez es generadora de mujeres y hombres ricos de espíritu. La resignación es hija de los pobres de espíritu y un pobre de espíritu no es hombre ni es mujer. Un ser humano pobre de espíritu no vuela, ni sueña, es un perdedor antes de la lucha, su paciencia lo convierte en un cobarde, su conformidad lo convierte en cosa utilizable, renuncia a vivir y morir  porque ninguno de los dos está en sus manos, pero está presto a someterse a otros hombres que mejor se llamaran buitres, buitres del hombre, buitres de la mujer, siempre al acecho de la carne sin movimiento. No, estos hombres no tienen cabida hoy, en el futuro menos. ¿Tienen culpa? Sí, la tienen. Hoy, más que nunca, se requieren hombres y mujeres ricos de espíritu, mujeres y hombres para quienes la resignación y la sumisión serían cosas del pasado, seres que caminen por caminos de espinas, que crucen el océano aun después de haber naufragado una docena de veces, seres que vuelen en la obscuridad de la noche bajo una tormenta, bajo cielos desconocidos, cuya única guía sea su espíritu emprendedor, mujeres y hombres en cuyo interior aún permanezca encendida la débil flama de un ideal, sueño o utopía, a pesar de que más de la mitad del mundo está en contra de esta última. Es mejor perseguir una utopía y nunca alcanzarla, que quedarse inmóvil y no emprenderla. Esto último es característica de los pobres de espíritu. La Antropocracia necesita mujeres y hombres ricos de espíritu, que sean portadores de la savia que llevarán a la mujer y al hombre hacia su destino.

Como toda corriente nacida del pensamiento,  los principios de la Antropocracia son: el hombre es el centro de las actividades del hombre, el hombre es el gobierno del hombre, el fin es el hombre. Estos tres principios se funden en uno: primero es el hombre.

Por lo antes expuesto,  la Antropocracia es una nueva forma de pensar, una nueva forma de actuar, una nueva cultura, la llave de la próxima civilización.

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